Brasil ha llevado la pasión por los festejos del Carnaval al podio de los eventos mundiales y más allá de los famosos de Río y Salvador, la variedad, colorido y atractivos de los de la capital de Pernambuco merecen un lugar especial.

Al norte del estado de Bahía surge el Estado de Pernambuco con una gran carga histórica, ya que Recife fue una de las primeras capitales fundadas por los portugueses en el siglo 16 y que en pleno Siglo XXI se ubica entre las principales ciudades por actividad económica, población y cultura de todo el Brasil.

Como en el resto del país los festejos del Carnaval forman parte de la vida de sus habitantes y se viven tan intensamente que desde el mes de diciembre ya comienzan a realizarse eventos previos para explotar con toda su magia, colorido, diversidad, música y danza en los cinco días que van desde el sábado de carnaval hasta el miércoles de Ceniza.

Para asombro de quienes llegan al estado nordestino para estas fechas se encuentran con que la propuesta se multiplica, no sólo en la capital, Recife, sino en varias ciudades y localidades vecinas en donde cada celebración tiene rasgos y componentes totalmente diferentes entre sí, eso sí donde todos la viven con una misma pasión.

Un rasgo que a los argentinos nos llama poderosamente la atención es que las celebraciones dan inicio bien temprano en la mañana, extendiéndose hasta pasado el caluroso mediodía, y retomando (casi sin posibilidad de descanso) en horas de la tarde para culminar ya entrada la madrugada.

Millones de personas salen a las calles a ser parte de esta fiesta, una de las pocas en todo Brasil donde no hay sambódromos, ni se cobra entrada, en ninguno de los escenarios donde artistas de las más variadas expresiones musicales se hacen presentes cada noche.

Ya sea que uno sea un adicto a la diversión, los disfraces y el baile o sienta que estas aglomeraciones multitudinarias no se acomodan al estilo de vida, los Carnavales de Pernambuco son tan distintos y tan maravillosos que impactan a todos por igual.

Recife

La ciudad entera se involucra en el Carnaval. Nadie trabaja desde el viernes a la tarde para poder prepararse y asistir a alguno de los 53 “polos” o escenarios en donde se presentan los músicos, desfilan las “escolas” y la gente se disfraza, baila y se divierte al son del Frevo, el ritmo que se define como la música de carnaval.

Bien temprano el sábado que da inicio a los festejos se realiza la inauguración oficial con el Galo da Madrugada (Gallo de la madrugada), este año será el 25 de febrero, desfile que se realiza sobre la Avenida Guararapes, en lo que se ha registrado en los Récord Guinness como el “mayor desfile de carnaval del mundo” con la presencia de más de 2 millones y medio de personas que bailan y disfrutan del paso de los tríos eléctricos bajo la inclemente presencia del sol nordestino desde antes de las 9 de la mañana y hasta bien entrada la tarde.

A la noche la gente se desplaza a alguno de los escenarios distribuidos en toda la ciudad, siendo los más multitudinarios los que se reúnen en Marco Zero, en Recife Antiguo, donde se realiza la ceremonia de apertura y cierre del Carnaval. 

La Noche de los Tambores Silenciosos es una de las más hermosas traiciones que tiene lugar el lunes a la noche en la ciudad de Recife. Esta ceremonia recuerda a los antepasados negros que sufrieron durante la esclavitud.

El lugar de encuentro es en el Pátio do Terço, uno de los primeros lugares donde se practicaba el candomblé, se vendían los esclavos y donde, incluso, muchos eran enterrados.

El momento más emotivo es cuando después de horas de batir tambores a todo ritmo, al llegar la medianoche todos dejan de tocar y las luces se apagan. Es ese el momento de reverenciar a sus antepasados esclavos con canticos y rezos que piden la protección  de los Orixás.

En Nazaré da Mata

Esta ciudad que se encuentra a 150 kilómetros de Recife es considerada la cuna del maracatu, una danza de origen africano que caracteriza al peculiar carnaval de la zona.

El lunes de Carnaval, desde bien temprano por la mañana, la ciudad se pone en movimiento para el desfile de los grupos de maracatus, donde se destacan las figuras de los caboclos de lança, o portadores de lanza mestizos, que junto con las bahianas -que representan a las mujeres esclavas de mayor edad-, los reyes, las reinas y sus cortes encabezan las danzas.

El colorido de los trajes de los caboclos se distingue por sobre el resto gracias a sus gigantescas pelucas de brillantes colores que cubre completamente su rostro. Cada uno de ellos completa su atuendo con una lanza igualmente decorada con listones de colores.

Su origen afro indígena se remonta a cientos de años atrás cuando los esclavos traídos para trabajar en las plantaciones de azúcar combinan sus creencias con las de los indígenas dando origen a esta tradición, mitad católica, mitad pagana.      

En Bezerros

Este municipio localizado a 100 kilómetros de la capital del estado se caracteriza por los disfraces de los integrantes de las “escolas” o agrupaciones de carnaval, ya que en esta parte de Pernambuco se acostumbra ir vestido de “arlequines”, o como los llaman aquí “los Papangus de Bezerros”.  Sus máscaras nos remiten en algún momento a las que se ven en Venecia, muchas de ellas realizadas como piezas de arte, y los participantes visten túnicas largas, de los pies a la cabeza, ya que la meta es esconderse, para divertirse sin ser identificados.

El domingo de carnaval, a partir de las 9 de la mañana, la ruta que lleva a la ciudad queda llena de papangus, los que son acompañados por orquestas de frevo y tríos eléctricos que desfilan  por las principales calles de la ciudad hasta la Plaza de la Bandera, cuartel-general del carnaval, donde otros papangus se incorporan  a la fiesta.

Lo divertido es que no sólo quienes desfilan se disfrazan sino que los espectadores también llegan disfrazados y es habitual que pequeños grupos de amigos o familias se vistan igual para diferenciarse.