En esta Columna de Opiniones, el periodista Claudio Magnavita presenta las nuevas restricciones al ingreso de turistas extranjeros en Brasil al reimplantar las visas para ciudadanos de Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia.

Esta decisión de cancelar las exenciones de visa para estadounidenses, japoneses, canadienses y australianos solo pudo ser el resultado de algún bolsonarista infiltrado en el gobierno de Lula, queriendo sabotear la imagen del actual presidente.

Al anunciarse la decisión presidencial, la imagen de Lula se evaporó entre los profesionales del turismo y los viajes. Una medida que disgustó al 100% de un sector simpatizante de Lula, por haber creado el Ministerio de Turismo, hace exactamente 20 años.

Como estamos saliendo de una pandemia, la explicación de Itamaraty de que la medida tuvo un efecto insignificante en el movimiento de turistas de estos países no se justifica. Fue débil porque nadie viajó y la reducción en la oferta de vuelos continúa hasta hoy.

Lo que hay detrás de la decisión es sórdido. La verdadera razón va más allá del tema de la reciprocidad de visas. Lo que mueve al Itamaraty es la devolución de la caja de emolumentos pagada por emisión de visas en los consulados, que son utilizadas como caja 2 por las representaciones diplomáticas. Una familia de estadounidenses que venga a Brasil, con padre, madre y dos hijos, gastará US$ 600,00 solo en la tarifa de la visa. Este valor va destinado a la fiesta de los consulados y embajadas, que viven de pan y agua.

La exención fue una gran victoria del sector turístico con el Gobierno Federal. El expresidente Jair Bolsonaro fue aplaudido por su valiente decisión. Respondió a un pedido de dos décadas del sector, que siempre ha enfrentado la resistencia del Ministerio de Relaciones Exteriores.

El actual presidente de Embratur, Marcelo Freixo, es captado en pantalones cortos durante la mayor feria de turismo del mundo, la ITB de Berlín. ¿Cómo les va a explicar a los operadores internacionales que la regla cambió y que Brasil dio un paso atrás en términos de competitividad turística?

En el primer ensayo de reanudación de costos, el presidente de Embratur se mostró en contra de la derogación. Decisión que se ganó el aplauso del sector. ¿Y ahora Ash? ¿El sector turístico, en especial el que genera divisas trayendo turistas internacionales, se arrepentirá de haber sacado la “L” en las pasadas elecciones? Es hora de que el presidente de Embratur, que se sacrificó para garantizar una plataforma para Lula en Río, demuestre su fuerza política.

La decisión es un revés para el mercado y sólo la codicia de Itamaraty por traer de vuelta su cajita.

Fuente: https://www.correiodamanha.com.br/colunistas/magnavita