En España estiman que el desplome de la prensa tradicional escrita en 2020 llegará a números históricos.
Durante los últimos años, los periódicos de papel hanencadenado mala noticia tras mala noticia. Sus tiradas han caído, su difusióntambién y su atractivo para los anunciantes se ha vuelto menor. De hecho, anivel global, los anunciantes van a invertir ya más en publicidad en exterioresque en publicidad en periódicos.
El mercado español no permanece ajeno a estas tendenciasy los datos de la prensa tradicional escrita son también aquí complicados y nomuy positivos. Los datos de cierre de 2019, que acaba de hacer públicos laOficina para la Justificación de la Difusión (OJD), confirman la tendencia alretroceso en los números de tirada, tanto, de hecho, que los pronósticos afuturo no son muy optimistas. Como señalan en El Independiente, 2020 podría serel último año en el que la prensa generalista supere con sus tiradas los100.000 ejemplares diarios de difusión.
Las cifras actuales están muy por debajo de los números de la prensa una década atrás, tanto, de hecho, que para alcanzar un equivalente a las cifras de distribución que lograba el periódico con más difusión (El País, por encima de los 450.000 ejemplares en 2007) habría que sumar la difusión de las cabeceras generalistas de Madrid y añadir para cuadrar las cuentas las dos más populares catalanas. Juntos, en 2007, El País, El Mundo, ABC y La Razón lograban una difusión de 1,15 millones de ejemplares cada día, de media. En 2019, cerraron con 302.500.
¿Por qué los medios de papel están viviendo una situacióntan complicada? ¿Qué ha llevado a que los datos se vuelvan tan negativos? Engeneral, desde los medios tradicionales se suelen echar todas las culpas eninternet. La red habría sido el asesino de la prensa de papel. Sin embargo, esainterpretación es demasiado simplista y demasiado poco eficiente. De entrada,los estudios han demostrado que internet no mató al papel. Sus problemas habíanempezado mucho antes. El retroceso de la prensa hay que fecharlo ya en los 80,como señalaba un estudio que había analizado los flujos de los medios estadounidensesdurante ese período.
Por supuesto, internet ha cambiado las pautas de lecturay ha modificado cómo se consume información, ya que la red ha creado vías deacceso a las noticias de última hora mucho más directas y rápidas que las que ofrecela prensa de papel (aunque, en justicia, tanto la televisión como la radiotambién lo hacían).
El problema, quizás, ha estado en que los periódicos depapel se han empeñado en ver a la red como un enemigo y en intentar aferrarsecomo un clavo ardiente a su modelo tradicional. En lugar de reinventarse ycomprender cómo estaban cambiando las cosas, han intentado mantener su posicióndurante años y no han potenciado sus propias ediciones online hasta no hacetanto tiempo. Internet era algo de segunda y menos relevante.
Además, la distribución de los periódicos se haencontrado con un problema, muy vinculado a su suerte y que es como una pescadillaque se muerde la cola. Cada vez es más difícil encontrar un quiosco abierto yvendiendo prensa de un modo amplio (lo habitual es que tengan cuatro cabecerasque saben que se venden bien y poco más).
Muchos quioscos cierran por la jubilación de sus responsables. Muchos otros lo hacen porque vender periódicos ha dejado de ser rentable. En el centro de algunas grandes ciudades, los quioscos son cada vez menos espacios de venta de prensa y más espacios de distribución de productos como agua o recuerditos para turistas.
A todo eso hay que sumar que en el proceso de la crisisde la prensa, los periódicos han hecho poca o nula autocrítica. No hananalizado sus malas decisiones y tampoco han enderezado el barco para intentarposicionarse de una manera que recupere su imagen de marca.
Porque no es que se compren menos periódicos, es que los consumidores se los creen cada vez menos. La prensa diaria ha perdido en credibilidad a lo largo de los años, ya sea por su dependencia de subvenciones y campañas públicas (algo que afecta sobre todo a la prensa autonómica y local), por sus decisiones cuestionables en publicidad o por el hecho de que cada vez son más 'prensa de partido', lo que hace que se vean como menos objetivos.
Fuente: https://www.puromarketing.com 03/02/20