Más de 60 géneros de cactus autóctonos diseminados en dos hectáreas más los numerosos ejemplares que se sumaron desde otros países, convierten a este museo en el más importante de Latinoamérica de su tipo. 

Desde Chilecito, una localidad pequeña y con encanto propio, se asciende por una sinuosa carretera atravesando montañas, que muestran un paisaje con muy poca vegetación que crece entre las piedras. Atravesando una curva, aparece sobre la montaña los cardones, se trata de cactus gigantes que se elevan hacia el cielo. Ellos anuncian la llegada al jardín botánico Chirau Mita.

En plena quebrada, una escalera de piedras sube la ladera montañosa donde los cactus agolpados parecen descender del cerro. 

Si se mira desde abajo, el cactario se parece a un laberinto de cuadrículas que se despliegan sobre el cerro como terrazas de cultivos incaicos. En cada uno de los andenes hay numerosas plantas que sobreviven en la aridez del mundo andino. Desde arriba de la montaña se puede observar la ciudad de Chilecito, con el campanario de la iglesia de Santa Rita de Casia sobresaliendo entre los techos de las casas, la Cuesta de Miranda y, a lo lejos, los picos nevados del cordón del Famatina.

El museo de cactus Chirau Mita es muy valioso desde el punto de vista ecológico. Coleccionistas de todo el mundo se ven atraídos por las plantas que se exhiben en este lugar y pocos saben que en Chilecito existe un jardín botánico único en Latinoamérica con más de 1200 especies de plantas. Además de cactus y cardones,  este lugar cuenta con otros árboles y plantas  como suculentas, aloe vera y las agaves.

Quienes visiten este espacio podrán observar especies de otros países como Brasil, Cuba y La Rioja, conviviendo en un mismo cantero.

Los cactus de este museo impactan no solo por su belleza sino por la originalidad de sus formas, colores y tamaños. Los hay desde muy pequeños, con solo dos centímetros de diámetro hasta gigantes cardones que por lo general habitan sobre las montañas. Uno de los que más llama la atención es “oreja de elefante”, ya que es una especie que no tiene espinas, en la parte superior tiene unas hojas con repliegues muy carnosos similares a las orejas de los elefantes. Estas hojas tienen unas pequeñas fibras en la superficie que al tocarla se expanden produciendo una molestia en la nariz y los ojos y de esta manera se defiende de los depredadores.

Este lugar es visitado por turistas provenientes de diversas partes del país y del mundo, también recibe permanentemente alumnos de las escuelas cercanas al lugar. El objetivo del museo es educar y difundir la idea de la conservación de las plantas más allá de su tamaño.