En Brasil los argentinos tenemos mucho aún por descubrir. Con un paisaje único que por momentos remite la memoria a aquellos que conocieron el Río de los años ´60 y con un ritmo de forró que se escucha casi en forma permanente, Espíritu Santo es un Estado brasileño que tan pocos conocen que la primera pregunta es dónde queda.
Con sus 400 km de playa enmarcados por sierras y morros de vegetación tropical, su combinación lo convierte en un destino que, una vez descubierto, atraerá a muchos argentinos. No sólo por sus playas sensuales y extensas, sino por la cultura y gastronomía capixaba (como se llama a sus pobladores locales), muy marcada por la historia de inmigración europea y por su rol en la catequización del Brasil. El otro atractivo es la tranquilidad y también la vida nocturna, muy populosa por tratarse también de un destino para viajeros de negocios, que tienen sus noches libres y las disfrutan.
Indios, portugueses, italianos (un 70% de los descendientes que habitan el Estado) y alemanes dejaron su marca. Algunas tribus indígenas aún viven en el litoral de Aracruz, al norte del Estado e incluso en esa misma región es donde los caseríos de San Mateo remiten a la época de los esclavos que eran los responsables por las actividades del Puerto de San Mateo, desde donde se exportaba mandioca. El predominio de las construcciones portuguesas se puede descubrir en las casas e iglesias, sobre todo en la ciudad.
La Capital del Estado y el municipio de Serra –al norte de la Capital- guardan edificios preciosos de la época del Brasil Imperial posibilitando un paseo arquitectónico de 500 años de antigüedad por Palacios, Iglesias, Fuertes y demás, todo ubicado en la denominada Ciudad Alta junto al Palacio Anchieta, sede del gobierno construida por los jesuitas en el s XVI.
En la Ciudad Salud, como la llaman los locales, se encuentran algunas de las más bellas playas del Estado de Espíritu Santo, ubicado a apenas 525 km de Río de Janeiro y 957 de San Pablo. Sin embargo es el municipio de Guaraparí el reconocido por su increíble litoral marino, donde destacan la Playa de los Enamorados, la de Castanheiras y Areia Preta o la Ensenada Azul, la Praia de Meaípe, do Morro y el Parque Estadual Paulo Cézar Vinha. En los alrededores todo está organizado para practicar Agroturismo, Ecoturismo, Deportes Náuticos y disfrutar de la personal gastronomía capixaba, con sus moquecas, tortas, bolinhos y caranguejada, todos platos basados en frutos de mar frescos y cocinados a la vista por las manos expertas de las cocineras locales.
A 15 km del centro de Guaraparí se descubre el paisaje rural, con su clima de montaña rodeado de cascadas, ríos, flora y fauna autóctona así como interesantes propuestas de productos locales que se pueden degustar en origen como miel, cachaça, biscochos, quesos y dulces, todo bien casero. Las montañas facilitan el ecoturismo como caminatas, escalada y parapente entre otros deportes radicales.
Bajo el agua, en un mar verde transparente cuyo fondo se descubre a simple vista, se puede conocer una de las regiones biodiversas más ricas de Brasil. Bucear entre las islas es un desafío, en especial en puntos famosos como Victory 8B, el mayor arrecife artificial de América latina.
Para completar, la artesanía local es diferente a la del resto del país. Los habitantes locales producen telas de algodón bordadas, cerámicas, esculturas y objetos de una belleza particular que proviene de la combinación entre la población local y la cultura que imprimió en todo el Estado la corriente inmigratoria europea. En Guaraparí también se encuentran varios monumentos históricos del SXIX e incluso anteriores ya que Espíritu Santo es uno de los Estados más antiguos de Brasil.
Las 7 opciones para conocerlo
Estas rutas turísticas se pueden recorrer en bus, tren, auto de alquiler o tours pre programados.
©Sandra Kan
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