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Albania

Un tesoro oculto en Europa

Búnkers, playas escondidas, tradiciones antiguas y una gastronomía en crecimiento: Albania, tiene una ubicación privilegiada en el Mediterráneo y una gran ventaja: todavía no fue descubierta por el turismo masivo.

13/09/2024 10:29 Hs.

Albania

Un tesoro oculto en Europa

Búnkers, playas escondidas, tradiciones antiguas y una gastronomía en crecimiento: Albania, tiene una ubicación privilegiada en el Mediterráneo y una gran ventaja: todavía no fue descubierta por el turismo masivo.

13/09/2024 10:29 Hs.

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Este pequeño país montañoso, situado al norte de Grecia y al sur de Montenegro, atrae a viajeros que buscan milenarias costumbres y una costa que los cautiva a toda hora. A pesar de pasar desapercibido, promete a los visitantes vivir una experiencia única.

También está el besa (regla moral basada en la compasión y la tolerancia con los otros), el antiguo código de honor, que  se ve reflejado en la hospitalidad. Sin embargo, lo más lindo de este país es que el turismo de masas aún no lo ha dominado, y tiene una belleza salvaje y nueva para los visistantes. Muchos de los que llegan hasta el lugar buscan explorar los senderos de los Alpes albaneses en el norte, mientras que aquellos en busca de tranquilidad se sienten atraídos por la pintoresca Riviera albanesa en el sur. 

Tirana

Para comprender verdaderamente Albania, es fundamental conocer su historia, y la dinámica capital, Tirana, que representa un excelente punto de partida para descubrir por qué este país es conocido como “la tierra de los búnkeres”. No se trata de una exageración: es difícil determinar un número exacto de búnkeres (algunos fueron reutilizados para otros fines; otros destruidos), pero las estimaciones varían entre 175.000 y 750.000 de estas estructuras de cemento abandonadas. Los búnkeres son un reflejo de la paranoia que caracterizó el régimen comunista de Enver Hoxha, que se mantuvo en el poder desde 1944 hasta su muerte en 1985. Se construyeron principalmente en ubicaciones estratégicas, como los altos acantilados, pero también se pueden encontrar ocultos en los campos, en rincones urbanos y a lo largo de la costa, como medida de protección ante posibles ataques enemigos… aunque esos enemigos resultaron ser en su mayoría imaginarios. Además, Hoxha aisló a Albania de la política internacional y de los tratados comerciales, lo que hizo que el país no abriera sus puertas al turismo hasta después de la caída del comunismo, en 1991.

En la actualidad, numerosos búnkeres se convirtieron en espacios sociales y culturales como lounges, bares, pizzerías, y estudios de tatuajes o de artistas, que reflejan la creatividad de los albanos. Un ejemplo destacado es Bunk'Art 2 en Tirana, uno de los más grandes, que se convirtió en un museo con 24 salas que reconstruyen la historia del Ministerio de Asuntos Internos desde 1912 hasta 1991. El mismo presenta celdas de interrogatorio recreadas y exposiciones de arte. 

La ciudad también alberga la Casa de las Hojas, un intrigante museo situado en un edificio que fue utilizado por la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial y que posteriormente se integró en la implacable estrategia de vigilancia de la policía política comunista, conocida como Sigurimi, una de las herramientas de opresión más severas empleadas por Enver Hoxha.

El museo al aire libre de Postbllok – Checkpoint ofrece tres impactantes exposiciones sobre las atrocidades del periodo comunista. Allí es posible pasear entre esculturas abstractas diseñadas por el escritor Fatos Lubonja, creadas con vigas de cemento de la Prisión de Spaç, donde cumplió 17 años por criticar al régimen de Hoxha. Justo al lado, el distrito de Blloku muestra el contraste de Tirana, donde el progreso se entrelaza con un pasado turbulento. Nadie se puede ir sin visitar el eclecticismo del bar Komiteti, un lugar que ofrece sesiones de jazz y 17.000 antigüedades, ideal para conectar con jóvenes que reflexionan sobre la Albania cada vez más liberal.

¿Berat o Gjirokastra?

Tanto Berat como Gjirokastër son dos maravillosas ciudades históricas que ofrecen la oportunidad de sumergirse en el legado otomanos de Albania, el cual sigue presente en la actualidad. Con más de 500 años de dominio, el Imperio Otomano dejó una huella significativa en diversos aspectos de la vida albanesa, abarcando desde la gastronomía y la religión hasta las estructuras de gobierno. Aunque se puede realizar una excursión de un día desde Tirana a estas localidades, vale la pena dedicarles más tiempo en tu itinerario para apreciar su riqueza cultural y su historia.

¿Sarandë o Himarë?

Es imposible hablar de Albania sin mencionar su impresionante litoral de casi 450 kilómetros a lo largo de los mares Adriático y Jónico, que comienza en la ciudad portuaria de Vlorë. La costa albana ofrece ruinas, pueblos pintorescos, playas ocultas y vibrantes centros urbanos, satisfaciendo a todo tipo de viajeros. Dado que el transporte público puede ser poco fiable, lo mejor es optar por un taxi para llegar a la Riviera albanesa, conocida como Bregu.

Sarandë se destaca por sus lujosos resorts, restaurantes como Nám y Black Marlin, y un pintoresco paseo marítimo, mientras que el antiguo pueblo pesquero de Himarë ofrece una experiencia más auténtica y tranquila.

No hay que dejar de conocer el Ojo Azul, un misterioso manantial con aguas de un intenso azul eléctrico que atrae a bañistas, a pesar de estar prohibido nadar allí. Su profundidad sigue siendo un misterio, y la leyenda dice que es el ojo de una serpiente mitológica.

Por su parte, Butrinto es el tesoro arqueológico más impresionante de Albania, este Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es el preferido de los visitantes. Se suman a los atractivos los arcos romanos y los mosaicos bizantinos. Dado que abarca más de 200 hectáreas, hay que ir con mucho tiempo recorrerlo, pero lo mejor es la estatua de la Diosa de Butrinto, que aparece orgullosamente representada en postales e imanes de toda Albania, y en el antiguo teatro en el que siguen celebrándose festivales interpretativos cada verano. Las aventuras acuáticas están garantizadas en el Parque Nacional Marino Karaburun-Sazan, donde los cañones, abruptos acantilados y montañas no hacen más que enriquecer la riqueza del ecosistema.  También se puede contratar una lancha e ir nadar en su agua clara y a hacer esnórquel en la cueva de Haxhi Ali, una cueva kárstica bautizada en honor a un señor pirata del siglo XVI que en su tiempo se refugió en ella.

La Riviera albanesa, conocida también como Bregu, está repleta de playas impresionantes. Uno de ellas es la playa de Gjipe, recientemente reconocida como una de las 50 mejores del mundo, que contrasta notablemente con otras muy rocosas de Sarandë. Situada entre Himarë y Dhermi, esta remota franja de arena blanca está rodeada de altos y grandes acantilados, que realzan la belleza natural y la diversidad de paisajes que ofrece este lugar. El acceso no es el más sencillo (el sendero que hay que recorrer para llegar no es el más apto para todos), por lo tanto, lo más accesible será visitar las islas Ksamil, que se encuentran frente a la apacible ciudad costera del mismo nombre.

Una alternativa es ir en un bote a pedales desde la costa a este grupo de cuatro islas. Allí hay sombrillas y reposeras para alquilar y se recomienda llegar temprano para disfrutar de un rato de relax. Quienes buscan más privacidad y lujo podrán conocer Principotes, que está muy de moda.

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