Este emblemático lugar, con una antigüedad de 14 millones de años, guarda en sus entrañas los vestigios de una cultura ancestral. Hace mucho tiempo, los aborígenes canarios eligieron este lugar sagrado para rendir culto a la naturaleza, construyendo adoratorios y conectando de este modo con el entorno que los rodeaba. Hoy en día, es posible seguir sus pasos a través de un sendero, que parte de la casa forestal de Tamadaba y que lleva a los visitantes hacia un paisaje con una belleza especial.
Desde la cima del Risco de Faneque, se despliega una vista panorámica que quita el aliento: un mar de nubes, acantilados vertiginosos y una vegetación exuberante. Un espectáculo visual que invita a la reflexión y a conectar con la fuerza de la naturaleza.
De norte a sur y de este a oeste. La cantidad de paisajes, culturas, climas y tipos de gastronomías que tiene España son de lo más variados y de los más buscados por los viajeros. Y nos es para menos, ya que el acantilado más alto de todo el continente europeo y el tercero del mundo se encuentra en sus fronteras. Concretamente, en el Parque Natural de Tamadaba. Risco de Faneque, tiene una altura de 1.027 metros sobre la costa de Gran Canaria. Bajo este gigante, se puede ver la playa de arena negra de Faneroque. Según los lugareños es un pedacito de playa difícil acceso, al que solo se llega caminando cuando la marea está baja. Este lugar ofrece a los visitantes llevarse en sus pupilas una postal panorámica con montañas de unos 14 millones de años de antigüedad.
Faneque es además el guardián de uno de los enclaves de mayor biodiversidad de Gran Canaria. El pinar canario del Parque Natural de Tamadaba se encuentra a su espalda, mientras que varias especies endémicas retan al abismo en las grietas del precipicio. Estas rarezas botánicas salpican de color el acantilado en su camino hacia el mar. Así es como el pincel de la naturaleza decora con las flores malvas, amarillas y blancas el costado más abrupto del Roque Faneque gracias a la presencia de la corregüela, el lechugón de Sventenius o el rarísimo colderrisco de Tamadaba, una planta tan particular que su único lugar en el mundo son estas paredes verticales.