Evidentemente la majestuosidad de las ballenas francas del sur que visitan cada año las aguas de Chubut eclipsan la enorme cantidad de atractivos que rodean a la ciudad. Pero eso no impide que una vez pasada la gran emoción de ver a esas gigantescas criaturas asomar sus cabezas y sus colas fuera del agua, casi como si estuvieran dando un show a quienes quieran verlas, los visitantes podrán organizar interesantes excursiones para conocer esas otras bellezas escondidas a plena vista.
A la entrada del Golfo Nuevo una de las puntas que asoman al mar lleva el nombre de Punta Ninfas. Llega hasta allí implica recorrer unos 90 kilómetros desde Puerto Madryn pero bien vale la pena por tener uno de los paisajes panorámicos más impactantes de la zona. Quien llegue hasta Punta Ninfa podrá observar la unión del golfo con el mar, el efecto de las mareas que entran y salen del golfo, la Península Valdés en su punto más cercano (Morro Nuevo) y la inmensidad del Mar Argentino.
Es ideal acceder a este rincón de la costa de Chubut en una excursión de las muchas que ofrecen las agencias de viaje locales ya que se aprovecha al máximo el profundo conocimiento que tienen de los fósiles marinos que abundan sobre las playas de El Pedral.
Entre septiembre y diciembre las playas son el apostadero de cientos de elefantes marinos.
Solitario observador del paso de las estaciones se levanta el faro Punta Ninfas, que lleva allí más de un siglo, aunque ha dejado de lado su estructura de hierro original por otra de plástico de forma cónica con franjas amarillas y negras. Su fuente de luz que ayuda a la navegación de estas difíciles aguas abiertas del mar patagónico es actualmente de energía solar, por lo que no necesita tener habitantes permanentes que lo enciendan, ya que todo se ha automatizado.
A escasos 16 kilómetros de la ciudad se encuentra uno de los lugares más hermosos e impactantes, a pesar de no ser de los más reconocidos. Nos referimos al Cerro Avanzado, un destino al que hay que llegar en camionetas de doble tracción y si es posible de la mano de un baqueano guía turístico.
Parte de la ruta es de ripio y ahí vale la pena contar con un conductor experimentado por lo traicionero que puede ser este tipo de suelo. Se avanza por una vía sinuosa que está rodeada de la vegetación típica de la estepa patagónica por donde cada tanto se dejan ver grupos de guanacos, las veloces maras, los escurridizos cuises, una familia de ñandúes y, si se tiene mucha suerte, algún zorro. Los amantes de las aves tendrán la posibilidad de descubrir una gran variedad de ellas, entre las que habitan en la costa (gaviotas cocineras, cormoranes, etc.), como los de tierra adentro entre los que sobresalen los aguiluchos, loro barranquero, calandrias, pechos colorados, etc.
El camino comienza a dibujar pronunciadas subidas y bajadas especiales para los amantes del vértigo hasta llegar a los acantilados donde se observan fósiles de ballenas, cetáceos y moluscos. Algo más arriba se llega finalmente al Cerro Avanzado, que no es demasiado alto en términos geológicos, porque mide escasos 102 metros, pero deja libre una panorámica de toda la Península Valdés, Punta Ninfas y el Morro Nuevo.
Ya que hemos mencionado al Morro Nuevo vale la pena conocerlo más de cerca. Si al hablar el Faro Punta Ninfas mencionamos que se encontraba en una de las puntas de ingreso al Golfo Nuevo, el faro de Morro Nuevo se encuentra exactamente enfrente, en la otra punta. Al igual que su vecino entró en funcionamiento en 1918 y se trata de una torre con forma piramidal de hierro, con franjas horizontales rojas y blancas y cuya altura es de 12 metros. Al día de hoy se alimenta de energía solar y su alcance es de 12,7 millas náuticas.
Es una playa de canto rodado al sur de Puerto Madryn con una pendiente bastante más abrupta que las que tienen las playas vecinas, como Cerro Avanzado, Playa Kaiser, El Doradillo, o la misma playa céntrica de Puerto Madryn. Allí suele ir la gente a pescar. A unos 300 m de la costa se encuentran semihundidos los restos del “Folías”, un pesquero de 60 m de eslora que encalló hace más de 20 años después de sufrir un incendio a bordo. Con marea baja se ve su casco, recubierto por algas, moluscos y crustáceos. Se puede acceder nadando o en kayak.
Es una playa de piedras, una franja rodeada por el mar y una zona de médanos en la que se deslizan varias motos y cuatriciclos.
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