La primavera llegó y con ella la provincia de Buenos Aires se convierte en un gran jardín lleno de colores, aromas y vida. El aire se vuelve más tibio, los azahares perfuman las calles y el canto de los zorzales acompaña cada recorrido. Es el momento ideal para salir a descubrir pueblos, ríos, sierras y campos que florecen con la estación.
Desde el Paraná hasta la pampa húmeda, todo parece renovarse. Las plazas estallan en flores, las lagunas reflejan cielos despejados y los caminos rurales se llenan de álamos que acompañan la ruta. Es la época de las escapadas: familias, amigos y parejas encuentran en cada rincón una postal distinta, ya sea un picnic junto al río, una caminata entre arboledas o una cabalgata por campos verdes.
Algunos destinos se vuelven protagonistas: la Laguna de Gómez en Junín, perfecta para deportes náuticos y atardeceres únicos; las sierras de Tandil, que mezclan historia y aventura; o los esteros de San Miguel del Monte, que regalan calma y contacto con la naturaleza.
La cultura también despierta con fuerza en primavera. La Fiesta Nacional de la Flor en Escobar llena de color y aromas cada rincón, mientras que en otros pueblos las peñas, ferias y festivales gastronómicos animan las calles. En San Antonio de Areco se respira tradición gaucha, en Chascomús la laguna refleja paisajes románticos y en Mercedes el famoso salame quintero se convierte en estrella.
Las estancias abren sus puertas para compartir asados, caballos y leyendas, mientras que los pueblos rurales invitan a conocer estaciones de tren detenidas en el tiempo, capillas antiguas y talleres artesanales. Cada experiencia se suma a un tapiz común: la identidad bonaerense.
Recorrer la provincia en primavera es mucho más que viajar, es vivir momentos que quedan en la memoria. La estación más luminosa del año se siente en cada kilómetro y convierte cada visita en una promesa de regreso. Porque en Buenos Aires, la primavera nunca termina.