Entre Ríos es una provincia para recorrer despacio, dejándose guiar por la calma del agua. A solo unas horas de Buenos Aires, el puente Zárate–Brazo Largo marca el ingreso a un mundo de islas, termas y barrancas. El paisaje cambia a medida que se avanza: el verde se multiplica, el aire se vuelve más liviano y los pueblos ribereños ofrecen una hospitalidad que se siente en cada saludo.

Gualeguaychú es el gran clásico del Litoral, famoso por su carnaval, pero también por sus playas sobre el río, sus termas y su costanera interminable. Es una ciudad viva, donde se combinan el descanso y la alegría, con actividades náuticas, gastronomía regional y una movida cultural constante. Más al norte, Colón es sinónimo de bienestar. Sus termas, rodeadas de vegetación, son uno de los destinos preferidos para quienes buscan relax y contacto con la naturaleza. Muy cerca, el Palacio San José recuerda la historia del general Urquiza, entre jardines y galerías de arquitectura colonial.
Las rutas entrerrianas atraviesan campos, ríos y pueblos que conservan su ritmo pausado. Las excursiones permiten descubrir balnearios escondidos, practicar kayak o simplemente mirar el horizonte reflejado en el agua. La pesca deportiva, las cabalgatas y los paseos rurales son parte de la vida cotidiana de una provincia donde la naturaleza siempre está cerca.

Entre Ríos también ofrece sabores auténticos. En sus mesas abundan el dorado, el surubí y los platos preparados con productos de río. Las ferias locales y las fiestas populares son una oportunidad para conocer la esencia de su gente, que combina la cultura criolla con las tradiciones guaraníes.
Cada escapada por tierras entrerrianas tiene algo de descubrimiento. Hay aroma a río, música suave y una sensación de que el tiempo corre distinto. Es un destino que se disfruta con los cinco sentidos: el sonido del agua, el color del verde y la calidez de quienes reciben con una sonrisa.